Hay preguntas que no buscan respuestas. Nacen del amor, del dolor y de esa necesidad humana de entender lo que, tal vez, nunca podremos abarcar del todo. Son preguntas que se alojan en el alma, que susurran en las noches silenciosas y se hacen más pesadas en los días en que la ausencia se siente como una sombra imposible de ignorar.
En mi propio duelo, hay una pregunta que ronda mi mente sin descanso:
¿Sharon siempre supo que se iría? ¿Guardó su dolor en silencio para no vernos sufrir? ¿Prefirió cargar con su angustia sola para protegernos? ¿Nos amó tanto que eligió ese sacrificio?
Estas no son solo dudas; son el eco de un vínculo tan profundo que aún resuena, incluso en su ausencia. Porque el duelo no es solo extrañar a quien ya no está, Sino también lidiar con las palabras no dichas y los gestos que ahora miro con ojos nuevos.
El Silencio del Que Ama
Perder a alguien que lo fue todo nos enseña que el amor tiene muchas caras. A veces se muestra en abrazos, en palabras cálidas o promesas susurradas. Pero otras veces, el amor elige el silencio.
Pienso en Sharon, en su valentía, en cómo me miraba con esa dulzura que ahora entiendo diferente. ¿Y si ella sabía lo que venía y decidió guardarlo en su corazón? No por falta de confianza ni por miedo, sino porque su amor era tan grande que prefirió llevar esa carga sola para darnos días sin el peso de una despedida anunciada.
No lo sabré nunca con certeza, pero algo en mí siente que así fue. Que su amor fue un regalo envuelto en silencio, un intento de protegernos hasta el final.
La Negación… Un Refugio del Corazón
En este camino, la negación ha sido mi compañera constante. No niego su amor ni lo que significó en mi vida, pero sí me negué a aceptar señales que no quise ver.
Cuando amas tanto, la mente teje un escudo. No ver la realidad no es desamor; es un acto de supervivencia, un intento de retrasar un dolor que parece demasiado grande para cargar. Me pregunto si Sharon lo notó, si vio cómo mi corazón se aferraba a la esperanza mientras la verdad avanzaba implacable. Me duele imaginar que ella entendió mi negación y, aun así, me dejó aferrarme a esa ilusión porque sabía que no estaba listo para soltarla.
Pero, siendo honestos, ¿alguien está alguna vez listo para decir adiós?
Las Preguntas Como Puente, No Como Cadena
Estas preguntas no tienen respuestas claras, y quizás nunca las tengan. Pero he aprendido que no se trata de resolverlas, sino de convivir con ellas. No quiero que sean cadenas que me aten al dolor, sino puentes que me lleven de vuelta al amor inmenso que nos unió.
Si tú, que lees esto, también cargas preguntas así, déjame decirte: no estás solo. El duelo nos envuelve en incertidumbre, pero en esas dudas también vive el amor. Nos preguntamos porque amamos, porque alguien nos marcó tan hondo que su partida nos dejó buscando pedazos de su verdad en nuestro interior.
Tal vez nunca sepamos qué pensaron en sus últimos momentos o si sabían más de lo que vimos. Pero hay una certeza que no se desvanece: nos amaron con todo lo que eran. Y eso, al final, es lo que importa.
Reflexión Personal
Poner estas palabras en papel no me da respuestas, pero me regala un poco de calma. Me ayuda a darle forma a lo que siento, a ver que el duelo no es solo ausencia, sino también una manera de reconstruir los recuerdos desde un lugar nuevo.
Cada día enfrento la falta de Sharon y las preguntas que dejó grabadas en mi corazón. Pero hoy entiendo que esas preguntas no son un castigo, sino un recordatorio de cuánto nos quisimos. Si estás en este mismo camino, con el alma llena de “¿y si…?”, quiero que sepas que no estás solo. Quizás no hallemos todas las respuestas, pero en el amor que nos dejaron podemos encontrar la paz que buscamos.
Ejercicios para Abrazar las Preguntas
Si sientes que estas preguntas te pesan, te comparto algunas ideas para transformarlas en un paso hacia la sanación:
1. Escribe una Carta
Siéntate con papel y pluma, y escribe todo lo que quisieras haberle dicho o preguntado a quien ya no está. No busques respuestas, solo deja que las palabras salgan. Guárdala para leerla cuando la extrañes o déjala ir en un gesto simbólico, como quemarla con cuidado.
2. Habla al Espejo
Mírate a los ojos y di en voz alta esa pregunta que te ronda. Luego, cámbiala por una afirmación amorosa. Por ejemplo:
– Pregunta: “¿Me ocultó su dolor para protegerme?”
– Afirmación: “Me amó tanto que quiso darme paz.”
Repítelo hasta que la afirmación te abrace más que la duda.
3. Camina con Intención
Sal a caminar en silencio, dejando que las preguntas fluyan. Con cada paso, imagina que sueltas un poco de su peso. Cuando estés listo, repite en tu mente:
“Acepto no saberlo todo, pero sé que el amor siempre estuvo ahí.”
Un Pensamiento Final
El duelo está lleno de preguntas sin respuesta, pero no tienen que ser un tormento. Podemos aprender a verlas como parte de un amor que no se apaga, que sigue brillando en nosotros.
Si hoy sientes que esas preguntas te abruman, recuerda que no necesitas resolverlas todas para avanzar. Lo que queda —el amor que fue, que es y que siempre será— es suficiente para sostenernos.
Sharon, y quienes nos dejaron, viven en eso… en el eco de su amor que aún resuena en nuestras vidas.